en este primer post sobre la “serie daylight” nos gustaría hablar sobre la aplicación de color en fachadas transparentes.

caminando por el famoso distrito 22@ de barcelona nos encontramos este edificio.

su fachada se caracteriza por la retícula de lamas de vidrio, orientables y con filtros en diferentes tonalidades de verde.

las fachadas con segunda piel de vidrio tienden a ser complejas a nivel técnico, presupuestario y de mantenimiento.

son muchas las que se encuentran en grandes ciudades, y en zonas empresariales, como símbolo de evolución arquitectónica y tecnología.

cuando hablamos de fachadas, tendemos a pensar en un elemento puramente exterior.

sin embargo, ciertas decisiones en ellas pueden llegar a repercutir en el interior del edificio y en sus usuarios.

hay que tener en cuenta que el material mencionado incorpora reflexiones, radiación y transparencia.

por lo tanto, una fachada de vidrio está más íntimamente relacionada con el interior de su edificio que una convencional, de diferentes materiales y con indistintas aperturas.

además, el uso de filtros de color incide en los espacios interiores con más o menos notoriedad dependiendo de su orientación.

en sur, los espacios quedarían visiblemente tintados por la incidencia del sol.

en una fachada norte este fenómeno no sería tan notorio pero, des del punto de vista del usuario, las vistas quedarían indiscutiblemente condicionadas por el color aplicado.

en consecuencia, el entorno también entra en juego.

deberíamos hacernos la siguiente pregunta: en esta zona, ¿queremos privar al usuario de las vistas condicionando la percepción de las mismas?

así mismo, la distribución de los espacios y su uso debe ser planteado estratégicamente, teniendo en cuenta la transición de luz.

des del punto de vista del usuario debemos tener claro cómo va a ser su recorrido, en referencia a la luz natural que está recibiendo, y a lo largo del día.

dicho de otro modo, hay que tener en cuenta las transiciones de la iluminación natural “incolora” a la visiblemente tintada.

y es que la incidencia de color en nuestra visión, durante cierto tiempo prolongado, puede llegar a producir efectos adversos si no es debidamente controlada.

en espacios de trabajo podría llegar a provocar fatiga y, en consecuencia, disminuir el rendimiento de los trabajadores.

sin duda, este ejemplo nos ha servido para reflexionar un poco más sobre los vidrios tintados en fachadas.

en los próximos posts, nos adentraremos más en este tema con otros edificios ejemplares.

*para más información sobre este edificio consultar la página web mizien arquitectura